8.2.07

Esto va de peces.


“Augmented Fish Reality” (“Realidad de Peces Aumentada”)
Esta obra es el último trabajo realizado por Rinaldo hasta el momento y fue creada para participar en el Festival Internacional de Arte de Lille, Francia, celebrado entre diciembre de 2003 y marzo de 2004. La pieza es una instalación robótica interactiva que muestra la comunicación entre distintas especies, abriendo nuevos interrogantes sobre los límites existentes en la comunicación entre seres humanos y dispositivos robóticos. La obra presenta además conexiones entre sistemas biológicos, tecnológicos y culturales, dando lugar a un nuevo ámbito de exploración para artistas y científicos.
“Realidad de Peces Aumentada” consiste en una instalación interactiva formada por cinco esculturas de peceras móviles desarrolladas con el fin de investigar la comunicación entre diversas especies [82]. Para ello, la instalación ofrece la posibilidad de que unos peces usen software y hardware inteligentes para controlar sus peceras robóticas. Los peces utilizados, los mismos que en “Delicate Balance”, son los llamados peces luchadores de Siam o Betta Splendens [108]. Estos peces gozan de una excelente visión que les permite ver a grandes distancias fuera del agua.
Estos peces son conocidos por sus comportamientos agresivos además de por su gran belleza. Se encuentra principalmente en Tailandia y Malasia, y son particularmente agresivos ante la presencia de otros Betta masculinos. De hecho, en algunas ciudades de Asia son frecuentes las apuestas que utilizan este tipo de peleas. Se trata de un sustituto de las peleas de gallos, con participantes mucho más bellos y sutiles, pero igual de salvajes y agresivos. Otra de las razones por las que Rinaldo eligió esta especie es su facilidad para la cría, ya que para mantenerlos en buen estado no se requiere ni siquiera un respirador, ya que ellos mismos salen a la superficie a tomar aire.

Por otro lado, cabe destacar que estudios recientes publicados por Culum Brown en la Universidad de Edimburgo, demuestran que los peces poseen una inteligencia mayor a la pensada tradicionalmente. En su introducción se decía que los peces “rezuman inteligencia social, utilizan técnicas maquiavélicas de manipulación, castigo y reconciliación, presentan tradiciones culturales estables y cooperan para detectar a los depredadores y para conseguir alimento”. Un buen ejemplo es el de la cooperación en la caza, como ocurre con los tiburones y otros depredadores de gran tamaño.

En la obra que nos ocupa, se emplean cuatro sensores de infrarrojos activos situados alrededor de cada pecera, que permiten a los peces moverse hacia delante y hacia atrás, además de hacer girar sus peceras. Conforme se acercan a los bordes de la pecera, los peces activan las ruedas motorizadas que mueven los robots en la misma dirección. En este caso la interacción de los visitantes se limita a la introducción en el entorno, aunque su presencia provoca el movimiento de los peces hacia ellos, posiblemente porque los confunden con comida.

Nos encontramos ante una obra que consiste en una serie de robots controlados por los peces, donde éstos eligen si acercarse o alejarse de los visitantes y de los demás peces. Todo ello llevado a cabo en el entorno vivo de una pecera a base de plantas spathiphyllum, que ayudan a filtrar los deshechos de los animales. En definitiva, la pieza replantea nuestra relación con la naturaleza, revirtiendo el interés en las nuevas tecnologías que nos hace menos conscientes de la lógica del mundo animal.

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